lunes, 17 de noviembre de 2008

La segunda vez que me enamore hasta los huesos- Part II

Despues de haberme robado la sonrisa, mi vecino G, se presentó, me pidió mi número telefónico y así sin más empezamos a vernos cada vez más seguido, el iba a visitarme y platicabamos laaaargas horas. Pronto yo empezé a olvidar lo que había pasado con L, o no a olvidarlo, mejor dicho a taparlo a enterrarlo en mi mente y aunque nos veíamos a diario haciamos como si no existieramos el uno para el otro.
Aproximadamente unos dos meses despues de empezar a ver a G con regularidad, me atreví a darle un beso en los labios, pero entré en pánico y me metí a mi casa. Después los besos y abrazos eran cotidianos, se habia formado una linda relación, platicabamos de todo, reiamos hasta cansarnos.
Un día me invitó a salir, a mi me pareció buena idea ya que vernos siempre afuera de mi casa como que ya aburría, me puse mis mejores ropas, me arreglé, y partimos. Estando en el café él empezó a ponerse nervioso, me empezo a decir que el me quería de verdad, pero que yo tenía que entender que el no podía dejar a su novia ahora... Su novia!! depués de escuchar esa frase, deje de escuchar, mi cabeza se trasladó a otro lado, mis piernas querían irse corriendo de ahí, pero no habia conexión entre ellas y mi cerebroy permanecí ahi sentada con mi cara de estúpida, hasta que G tomó mi mano entre las suyas y volvió a repetirme que me quería y que no quería que lo nuestro se terminara, le pregunté que cómo pretendía que eso pasará y me respondí yo misma... lo nuestro tendría que ser clandestino, a escondidas y yo sería la Otra, por tiempo indefinido...

lunes, 10 de noviembre de 2008

Soy Taaaan Amorosa

LOS AMOROSOS
Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos
viven al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre se están yendo,
siempre, hacia alguna parte.
Esperan,
no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.
El amor es la prórroga perpetua,
siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
Los amorosos son los insaciables,
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los amorosos son la hidra del cuento.

Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin Dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.
JAIME SABINES